sábado, 30 de enero de 2010

prohibido putear

Me encanta esa gente que dice puteadas bien largas, que se caga en algo, en alguien o en muchos y después manda todo a la recalcada y la reputísima y la que te remil. Me resultan graciosas porque canalizan su energía negativa en gritos que son como balas perdidas, porque esa pobre mujer que te parió a vos que estás en frente, en algún lado está, igual que todos los santos que reciben el regalo divino.
Cuando era chiquita mi mamá no me dejaba decir "malas palabras", entonces me reía cuando escuchaba alguna y mi abuelo se reía de mí cuando aprendí a leer y por la calle iba descifrando graffitis, hasta que dije: Pe-lo-tu-do.
Con el tiempo amplié mi lista negra, pero evitaba usarla. Mi mamá insistía en explicarme el significado de todas esas palabras para que me diera verguenza y no las dijera, así que no solo tenía los términos, sino también una pequeña enciclopedia Larousse no autorizada. Hasta que un día, la pobre volvió a poner la cara de aquella vez, cuando le pregunté cómo era posible que Papá Noel siendo tan gordo bajara del cielo con un trineo pesado lleno de regalos y recorriera en una sola noche todas las casas del mundo. Tenía que explicarme qué era "pornoco" mientras almorzábamos, diez años después de haber sido la abogada defensora del gordo que entra por la chimenea con un traje de cola cola. Y ahora la entiendo, ¿cómo tragar esas papas con arvejas delante mío, que la miraba con los ojos grandes y el "pornoco" que no era un "pornoco" en la frente? Debo decir que salió muy bien del paso y a buen entender, solo se necesitaron pocas pero buenas palabras.
Ahora uso algunas, cuando la situación lo requiere, pero es cierto que "hablar bien no cuesta una mierda y te da un beneficio de la puta madre".

viernes, 29 de enero de 2010

Siempre me gustaron la canciones con nombres propios. O tal vez no siempre, sino desde que mi papá me confesó que eligió llamarme como la protagonista de una de ellas porque le gustaba la letra. Entonces empecé a anotar las que conocía y a preguntar a todos los que me rodeaban si sabían de otras, hasta que llegué a hacer una pequeña lista que ya no voy a seguir porque Google me dio 889.000 mil resultados para la búsqueda "canciones con nombres propios", así que perdió la gracia. Vale agregar alguno nuevo sin consultar a www.bienve.com/nombrespropios/, por ejemplo y a no ser que sean los mismísimos Flaca Pili y Negro Tomás, Peter Pan, Blanca Nieves, Juana de Arco o La Mona Lisa, no valen ese tipo de canciones cuyos protagonistas pueden ser más ubicables. Mientras tarareaba "Te recuerdo Amanda" (Víctor Jara) por mi casa, me di cuenta que algunas personas, como las Magdalenas, están más trilladas que otras pero dejan marcas en quienes las nombran: Los Guasones la buscan en Quilmes y Sabina da consejos de cómo invitarla a un trago. Aunque de Sabina uno no se puede fiar, a la vez le habla a "Eva tomando sol" y a "Mara" le regala unas palabras. Otro bastante picaflor es el cursi de Nino Bravo: "Carolina", "Elizabeth" y la gritada "Noelia" figuran en su lista, igual que Serrano, que con más elegancia les canta a "Ana", "Alicia" y "Casandra". Y el más perverso del grupo: Calamaro, por supuesto, con "Victoria y Soledad". Para los hombres también hay y nada menos que en la voz de León, con "Cachito campeón de Corrientes", "La Navidad de Luis" y "Yo soy Juan", a las que se suman "José" y el tierno de "Oscarcito", de Las Pastillas del Abuelo. Lo más curioso de la búsqueda es el caso de las bandas Arbol y Arbolito (que muchas veces se confunden), ya que ambas dedican uno de sus temas a un tal "Osvaldo", que ojalá no sea el mismo. "Yendo a la casa de Damián" (o de Horacio, podría ser), del Cuarteto de Nos y "Romeo y Julieta" de los españoles Jarabe de Palo, cierran la lista de internacionles masculinas, mientras que en folclore se agrega la "Zamba para Javier" de Los Chalchaleros y Charly hace su entrada con "Pedro trabaja en el cine". Entre mis preferidas están "Clara" (NTVG), "Canción de Alicia en el país" (Serú Girán), y "Olivia" de Iván Noble, que me presentó mi amiga Celina. A ella no le encuentro canción, aunque sí la tengan "Yolanda" (Pablo Milanés), "Angie" (RS) nuestra compañera de la facu, "Ester" (Nikita Nipone"), la fumanchú de "Anabel" (Los Gardelitos),"Diana" (Charly) "Morella" y "Ximenita" (Los Piojos). Alguien podría escribir "Palabras para Celina", para sumar a la recomendable "Palabras para Julia" (José Goytisolo) y la plagiada "Palabras para Paula", de la Oreja de Van Gogh. Tampoco tiene Luli, aunque se apropie de "Lucy in the sky with diamons" (The Beatles), pero sí "Carolina", a quien le cantan Los Ratones Paranoicos, "Lucía" (Serrat) y "Daniela", dulce y llena las puertas, según a quien corresponda (Víctor Heredia y Pedro Guerra).

Cara de girasol

Me saco el cinturón, abro la puerta y empiezo a rodar entre los girasoles que plantaron en la banquina. Aunque me duele todo el cuerpo y casi no puedo moverme, me arrastro hacia el alambrado para que no me vea y cruzo hacia adentro del campo. "Ahí no puede encontrarme", pienso, controlando la respiración, mientras apago y prendo el celular para que encuentre señal. No tengo a dónde llamar, ningún teléfono agendado que me sirva para salir de ese lugar, pero igual imagino la conversación: "Pasáme con Tadeo, tía; vení a buscarme, me tiré del auto y estoy en un campo de girasoles de los quizás 40 sembrados que separan las dos ciudades; sí, te espero, tengo miedo pero voy a estar bien, no le digas a nadie para que no se asusten". Descarto la idea de correr a alguna de las casitas que se ven como en maquetas desde la ruta. "Tal ves no haya nadie; si voy me puedo encontrar con más personas peligrosas, es mejor quedarme acá quieta y alerta". Entonces pestaneo y miro de reojo el velocímetro, "vamos bastante rápido como para caer, si me dice algo le contesto que mi papá es policía o mafioso y lo puede encontrar porque yo soy muy rápida para retener números y ya le tomé la patente del auto, no sé su nombre pero lo puedo averiguar fácilmente preguntándale a mi primo". Me pica la pera, la nariz, el cachete. Cuanto uno más quiere estar quieta, el cuerpo más molesto se pone, como cuando te pintás las uñas y de repente te vienen las ganas de hacer pis. Me acomodo el pelo para que no quede tan a la vista el escote, que mucho no deja ver porque mucho no hay tampoco; el celular gira, vibra cada tanto y contesto moviendo solo los pulgares, ya descarté también la idea de simular una conversación, "qué diría? que estoy yendo, no se preocupen, en 20 minutos estoy por allá y si no aparezco llamen a la policía", como cuando hice que le avisaba a mi viejo volviendo del boliche... era chica, no sé por qué también había sentido miedo, no era para tanto entonces. No era como ahora: había tomado la decisión equivocada solo por no pasar por cagona y decirle que no, que no me subía, que pensaba que el transporte era otro y viajaba más gente, que podría ponerme el emepetrés que no había llevado y no tener que dirigirle la palabra a nadie durante una hora, que iba a leer uno o dos capítulos de Malinche durante el viaje, que tal vez llamaría a mi mamá para pasar el tiempo e intercambiar noticias, que al decir la dirección en la que me esperaban no hubiera tenido que rastrearla en un mapa destartalado para indicarla, que mi bolso pasaría desapercibido entre los bultos, paquetes, papeles, trámites, encomiendas que transportaba. Estaba ahí sola, o practicamente sola con el suave sonido de una radio que cada tanto se perdía y el asqueroso masticar de ese chicle blanco sin gusto, me imaginaba, que rodaba entre sus muelas y volvía al borde de la boca amagando con convertirse en globo. Tal vez él también me tuviera miedo, mi mamá dice que cuando quiero me pongo tan seria que parezco mala. No podía saberlo. Además, el tendría más fuerza que yo, aunque podría inventar un comentario de esos que se dicen por ahí como que "qué peligrosa que está la calle" y agregar que "últimamente siempre llevo un gaspimienta en la cartera". ¿Y si el aviso me jugaba en contra y antes de atacarme tiraba mi bolsito playero por la ventana como para asegurarse? Estaba tan confundida... ese hombre me iba a arruinar la vida, y la vida se arruina para siempre, no había vuelta atrás y yo no me decidía por ninguna de las estrategias. Llegamos a la rotonda, pensé que pasaba de largo y entonces indiqué por dónde debía doblar, ya estaba ubicada. Pregunté cuánto le debía y dejé ver todas mis arrugitas de los ojos como queriendo no escuchar su respuesta y por quince pesos y un beso que no se merecía recobré mi libertad. "Podrías haber puesto cara de girasol", me dijeron.

lunes, 18 de enero de 2010

Soliloquio colectivo

El corso es una de las reuniones sociales perfectas para aplicar el soliloquio masivo. Sonrío mientras me imagino a las ... 500, 300, mil personas? Nunca super calcular, pero ponele 500, sí...todas gritando a la vez como en un juego, como el juego de la silla: mientras el murmullo social se mantiene, todos retienen sus pensamientos andando por ahí, hasta que alguien, que bien podría ser Richard, corta todo gritando, desde el micrófono por el que anuncia a las cuasicomparsas y nombra a los auspiciantes, la palabra mágica que revela los misterios de la mente así como vienen, sin filtros. Qué caos: más de una esposa ofendida, calculo, porque culos hay muchos y los ojos no alcanzan. Algunos hombres hasta les piden los suyos a las mujeres que los acompañan. Pero algún "deja de mirar como flamean las lentejuelas de esa bombacha!!", estoy segura que se escucharía. En fin, soliloquio colectivo, sinceridad, catarsis en masa, risas y vuelta a la normalidad con menos presión y más diversión. Aquí una noche de corso en mi pueblo!

sábado, 16 de enero de 2010

última introducción

Las introducciones muchas veces no sirven para nada. Cuando escribimos pensamos que es necesario decir con metáforas, contextualizar, explicar de qué se va a tratar lo que queremos presentar. Pero hay personajes, lugares, seres, situaciones, problemas, que se presentan solos y todo lo que podamos decir de ellos son potenciales trabas para que quienes leen, lo sigan haciendo.
Así que dicho esto, inútil y necesario, mi gran descubrimiento del día: Magola, quien cumple 15 años de vida!!
La página de Nani, su creadora es nanicartoons.com. Ella es una mujer colombiana que ahora vive en España. Su trabajo de caricaturista es mucho más que un simple trabajo del que se pretende un sueldo a fin de mes, vacaciones y algunos premios.