viernes, 12 de marzo de 2010

La columna de Abbey

Estoy enojada con Chiche Gelblung, con Príncipi y Marley, en ese orden, porque por lo menos Marley da la cara. Los tres tienen mucho público, son super reconocidos y encima, ocupan una franja horaria importante en radio Mitre y Telefé, nada menos. Aunque parezca envidia en su estado más puro, les aseguro que no lo es y lo voy a explicar: Levantarse con el flequillo endemoniado y sentir la atmósfera mañanera que te envuelve con su olor a día nuevo y resplandeciente, ya es suficiente como para tener que escuchar desde tan temprano que en la radio de la cocina suena su inconfundible y soberbia voz ronca, con mocos que cada tanto hacen ruido en la garganta. Sin embargo, lo enfrento todas las mañanas, para algún día poder acusarlo con fundamentos, porque no soy de esas personas que piensan que el Negro Oro es un facho y por eso no lo escuchan, sino que prefiero tener armas para defenderme. Mi amiga Celina diría que "yo y mis desafíos". Puede ser. Hay veces que me sale un sentimiento masoquista que luego se transform en medio para algún fin, me es inevitable. La cuestión es que hoy, Chiche traspasó mis límites. No hizo ningún comentario fuera de lo común, según sus temáticas diarias, pero aportó la gotita necesaria para el vaso de mi paciencia se colmara. Entonces, empecé a vomitar todo lo que tenía reprimido desde enero, cuando intentaba aplicar un método de análisis linguístico. Y me levanté de la mesa con el puño cerrado diciendo que estoy podrida que hable mal de las mujeres; que remarque su rol de esclavas domésticas; que las clasifique en finas u obreras; que desmienta los datos de las organizaciones que todos los días luchan para hacer visibles las problemáticas que periodistas como él ocultan; y que diga, como hoy, que existen más cantidad de hombres golpeados que de mujeres, cuando la violencia de género aumenta cada año en nuestro país y la trata de personas opera cada vez más cerca. Esto sin mencionar los retos humillantes que cada mañana les regala a sus noteros y compañeros de aire, y las burlas a sus oyentes. Y acá es donde se suman Marley y su compañero Osvaldo Príncipi, ambos de "3, 2, 1, a ganar", una tortura diaria que todas las noches ocupa el prime time del canal de las pelotas. Para los que todavía no lo vieron, les recomiendo que presten atención a los chistes que el venido abajo relator de boxeo, dice detrás de cámara. Si yo fuera del INADI ya les hubiera mandado una denuncia por la manera en que se ríen de los participantes, como si ellos porque tienen plata y cámara y no necesitan ir a creer en un programa de televisión para ir al mundial, fueran el ejemplo de la belleza humana. Lo que me preocupa y me enoja de ellos tres es justamente su audiencia, y el espacio que ocupan en los medios. Lo que me preocupa y me enoja es que mucha gente los elija por placer, porque coincide con lo que dicen, porque escucha en ellos su propia voz y se ríe de sus chistes. Lo que preocupa y enoja es que la burla sea tan popular.

1 comentario:

Ce dijo...

Vos y tus desafíos!

(Odio a Príncipi)