martes, 27 de abril de 2010

y se fue

Un cerebro no, no?
"Y Jesuuuououos dijoooo mee vooouoy... de taaaaactica ya noou hablloououo". Y se fué no más, me dejó ahí (en el Auditorio Sur de Temperley) confundida y sin aliento entre la gente (no sé cuántos eran, pero las entradas se agotaron), a punto de tirar la toalla. Deberían darse cuenta todos los demás lo rápido que giran las luces, lo mal que Las Pastillas del Abuelo están cantando esta canción ("¿Qué es Dios?"). Es Pity que se olvida la letra, como siempre. Qué tortura, que termine por favor (por lo menos no cambiaron el ritmo como en las otras veintipico), dejen un poco de aire sin usar. Que me suelten, no me quiero morir, no me quiero morir!!! Bueno, parece que para eso tengo que despertar a las patadas y alejar a ese pulpo diabólico que me sujeta las piernas y en cada tentáculo tiene una cara fucsia que me grita con una voz del infieno. Guau, alto viaje (chico el viaje... de vuelta). Lejos, en La Plata, Facundo Soto enfermo opacaba un nuevo show de Guasones en su tierra. Que noche de mierda.

viernes, 16 de abril de 2010

"Poné el 23, están dando ...."

-Vení pa, mirá qué bien se ve la tele.
-¿Qué canal es ese?
- La televisión pública
- Ahh bueeeeno... para mí que nos pusieron cable
Qué buen chiste tiró mi viejo. En mi casa nunca hubo cable. Cuando era chica mis amigas me excluían de las discuciones porque no había visto los dibujitos privatizados de Cartoon Network. Hace poco me enteré de la existencia de Coco Miel...
Yo ya estoy acostumbrada a aceptar la lluvia como parte de la imagen y tener siempre cinco opciones, pero ellas nunca terminaron de entender que no podía ver los videoclips en Much Music, ni mirar la recontra zarpada película que estaban pasando por The Filme Zone.
Mensaje: "Poné el 23 amiga, están dando Un lugar llamado Notting Hill"
Mensaje otra vez: "Cierto que no tenés cable, jaja"
Jaja me dicen. ja - ja
No tengo cable y qué me importa! No vi "Anaconda", ni "Forrest Gump", tampoco "Indiana Jones". Me enteré que existía Santiago del Moro cuando ya se la había creído y nunca, en toda mi infancia, me pusieron los dibujitos para sacarme de encima (utilizaban otros métodos que no vienen al caso).
En la cocina de mi casa no hay un tele, ni siquiera chiquitito, aunque muchas veces lo imaginamos en uno de los estantes del mueble lleno de mates. Sí hay dos radios: una de las llamadas "huevito", con el casete de Eros Ramazotti desde el año ´93 y la que se desprende de la mano de mi papá, que solo visita la cocina cuando él lo hace, naturalmente. Por eso, en vez de mirar el noticiero del mediodía, el Zorro o Los Cocineros Argentinos para todos, escuchamos movileros, informes del tránsito, flashes de noticias y otras curiosidades que pasan en el eter.
No creo que se lo hayan planteado, pero mis viejos propusieron siempre una mesa de debate familiar, de esas que aconsejan los psicólogos familiares para reconstruir los vínculos y entender a los adolescentes. Muchas veces destruimos esos vínculos entre opiniones políticas y zapallitos rellenos que nos quedaron atragantados. Otras, los estrechamos con cuentos poco creíbles y gelatina con frutas.
El otro día, mientras compartíamos el pasatiempo familiar de putear palomas sentadas en la antena, intentamos hacer la cuenta de lo que llevamos ahorrando en cable. No me acuerdo cuánto dió.

jueves, 15 de abril de 2010

blanco blanco blanco, negro negro negro

Estoy furiosa. Un amigo me prometió que podía ver películas online sin temer a que se cortaran a los 72 minutos, como me pasaba en otro sitio que nunca supe hacer funcionar, pero me mintió. Y ahora, que son las 2 de la mañana y llueve y tomé café para mantenerme despierta, él no está en ninguno de los cyberlugares en los que puedo encontrarlo para dirigirle una merecida puteada de esas que ayudan a dormir en paz.
Hay que ser mala leche... y no lo digo ahora por mi amigo. Colgar una película sabiendo que el espectador no podrá conocer el final es de garca, diría mi papá. Y encima con una película sobre el archibueno de Nelson Mandela. Iba por la parte en que se saca la gorra de los Springboks para saludar a los 63 mil sudafricanos detrás de unos anteojos hipies, mientras afuera un niño pobre y negro festeja con policías blancos y buenos.
La necesidad de terminar las historias me supera, por eso, aunque nunca fui buena para pensar finales, me cuestan como los títulos, lo voy a intentar solo para aplacar la (mi) intriga:
1) Mandela invita a una fiesta loca en su casa para celebrar la victoria y al día siguiente amanece desnudo con su secretaria borracha, mientras cientos de fotografos blancos se agolpan en la ventana de su habitación, después de jugar un partido de rugby con los guardaespaldas y envenenarlos en el Tercer Tiempo.
2) Springboks y All Blacks intercambian mails y prometen ir de campamento todos juntos el siguiente verano.
3) La empleada de la casa de Piennar revala que es ella la verdadera madre del capitán del equipo y no la mujer blanca que a penas habla durante el film.
Por favor, no quieran prestarme la película, contarme el final ni hablarme nunca más del tema. Acá se cierra un capítulo de mi vida.

miércoles, 14 de abril de 2010

hablemos por hablar

Ayer Sebastián Wainraich me hizo acordar que me había hecho una cuenta en Twitter con el mismo propósito que hace meses ingresé al caralibro: investigar de qué se trata. Asi que después de escucharlo junto a Fierita en Metro y medio, abejadan volvió a iniciar sesión, decidida a volar sobre las catarsis cotidianas de los famosos y de algunos amigos que dejaron de etiquetar y ahora twitean. Ya había escuchado en Basta de todo que Daniel Tognetti y Cristina Pérez discutían a través de tweets, pero eso dejó de asombrarme cuando leí que la conductora de noticieros escribía "AIRE" mientras nosotros del otro lado de la pantalla la vemos sentada al escritorio con su notebook hablando de "otro caso de inseguridad". Es cierto San, están en la tele pero hacen las mismas huevadas que nosotros que simplemente los vemos mientras comemos milanesas con puré. Así que hoy me desperté con la noticia de que Scioli era uno de mis seguidores. Pero también pasaban otras cosas importantes mientras dormía: la actríz Sabrina Garciarena, que está muy copada hablando en italiano ("Iguale buongiorno a tutti"), contemplaba la "inmensidad de Buenos Aires" mientras desayunaba, Germán Paolosky estaba por entrar a ESPN y a Fierita lo dejaron plantado en una reunión. A Kevin Johansen hoy le hacían un par de entrevistas para La Mano y Crítica; Zaira Nara va a dejar a su perro en España mientras ella viene a Argentina por el fin de semana; el insomnio de Rodolfo Barili le hizo escuchar "ruidos extraños" en la noche y Clemente Cancela se cortó el pelo. Como en Twitter nadie necesita autorización para seguir a otros, puedo leer a diario todo lo que dice esta gente, que son mis "Seguidos". Cuando los elegí dejé de lado todos mis prejuicios y aproveché el envión para agregar también a Alfonsín, Prat Gay, Stolbizer, Macri, Michetti, Rossi, Sabbatella y hasta Barack Obama!!!! Hace un ratito De Narváez twiteo: "A veces hablar de inflación puede alentar a algunos a subir más los precios, pero tampoco no hablar trae la solución: hay que tomar medidas". Ni chiche ni limonada. En Twitter hay que decir algo, no importa bien qué, hay que estar.

lunes, 12 de abril de 2010

Para sacarse el Sombrero

“En esta parte del mundo, en esta enorme ciudad”, que es La Plata, cuna ricotera y constante generadora de sonidos nuevos, la banda de Brandsen Sombrero de Orko dejó en claro que no piensa pedir permiso para abrirse camino en terreno de grandes. Contundentes y decididos, llegaron a Bar Imperio (17 entre 70 y 71) con su primer disco en el bolsillo, de la mano del productor Esteban “Pato” Monti, bajista de los también platenses Guasones. Y para no andar con vueltas ni suspensos, le regalaron a su público dos nuevas canciones que superaron hasta las mejores expectativas de los presentes. Para sacar de escena rápidamente los traspiés, solo dos menciones: la voz del grupo, Sergio “Garoto” García, se olvidó la letra varias veces (“de los temas viejos”, diría entre risas después) y Sem Uribarri tuvo que empeñar varios segundos en volver a enchufar su guitarra. Punto. Sin pausas, Sombrero de Orko tocó durante casi dos horas los temas que componen su disco, entre los que se encuentran “Telaraña”, “Solo en la oscuridad”, “Loco”, “Huracán”, “Viernes Santo”., “Lobo hambriento”, esta vez con Monti en guitarras y voz en reemplazo del líder de Guasones Facundo Soto, y la dos veces coreada “Huellas”. “Quiero tener muchos testigos para no exagerar”: la noche fue una fiesta de esas que dejan escapar la idea de la masividad. Por la mente de muchos, pasaron las imágenes de tantas bandas platenses que golpearon las puertas de la ciudad buscando aliados. “Esto es el principio de algo muy grande”, se escuchó de boca de un gigante de Brandsen, el músico Jorge Oss, a quien fue dedicado este primer disco, titulado Sombrero de Orko. Aunque no era la primera vez del sexteto en La Plata, el del miércoles fue un show aparte, donde se percibió, desde abajo, la madurez musical que alcanzaron sobre el escenario. Después de un agitado año de trabajo, finalmente el reloj marcó la hora de dar la cara y ahí estuvieron, cada uno en su rol, demostrando que en tiempos en que “nadie tiene rumbo, todos pierden la razón”, ellos encontraron su lugar en el mundo. El sábado, para los fans locales que no pudieron viajar (teniendo en cuenta que el encuentro fue un miércoles), “Garoto”, Sem, Leo Rosa (guitarra y coros), Marcos Erregue (teclados y coros) “Confy” Uribarri (bajo), y Jeremías Estive (batería) formaron parte del festival La Trankera Rock, en Jeppener. Para ir agendando, el 21 de Mayo la cita es en El Ayuntamiento platense (1 entre 47 y 48).

viernes, 2 de abril de 2010

todavía no estoy

Hace poco me di cuenta que el mundo se divide entre quienes fuimos algún tiempo al psicólogo y los que nunca lo hicieron. La separación parece un poco exagerada, yo misma lo creía antes de dejarme atrapar por los tentáculos del psicoanálisis, y me burlaba por dentro de esas personas a las que les encanta decir, cada dos o tres frases, que la historia que te están contando fue protagonista de varias sesiones de terapia. Para ser franca, me parecía un robo. Sin desprestigiar a los licenciados, me identificaba con los que piensan que una persona desconocida jamás podría solucionar mis problemas, de los cuales tampoco le iba a hablar, justamente por ser "desconocida". Mis amigos (sobre todo una que estudia psicología pero dice que no le gusta el consultorio), insistían en que tenía que probar, que no era cómo me imaginaba. Ellos también son de esos que se apartan verbalmente del grupo para intercambiar anécdotas en las que involucran a sus psicólogos como amigos de la infancia. (ahora viene la parte en que digo el "pero" tan esperado y empiezo a contradecir a mi yo anterior) Pero ahora lo entiendo todo, aunque no dediqué más de seis meses de encuentros baratitos en hablar durante menos de una hora con una chica de unos treintaypico, muy clásica en su forma de vestir, con cadenitas de oro y esas cosas que yo jamás me pondría. Debo admitir que lo mío no era tanto un conflicto vital a resolver, sino algunos rayes mentales que nunca se fueron porque, en conclusión, no me molestaban tanto. Pero en apenas veintipico de citas, a las que nunca pude llegar temprano aunque era uno de los temitas a resolver, pasé por todos los estados anímicos, incluso por los que no existen. La calle en la que estaba el consultorio es muy linda y creo que en mis visitas nunca llovió, por lo que me acuerdo solo del sol pegando en la vereda, de los albañiles de enfrente gritando algunas cosas y de una chica que salía riendo, o repitiendo frases como "no estás cuando te convocan", o llorando, o puteando a su ayudante espiritual, o con cara de nada. Obviamente que esa era yo, la misma que ahora se aparta para intercambiar charlas psicoanalíticas, trata de convercer con que "no es lo que parece" y se sorprende a sí misma diciendo "esto lo hablé con mi psicóloga".