miércoles, 15 de septiembre de 2010

brownies

Me di cuenta que no le tengo miedo a la muerte. A lo que temo es al sufrimiento. Al mìo. Pero sobre todo al de la gente que me quiere mucho. No hay demasiada gente que me quiera mucho, pero mucho en serio. Pero igual temo intensamente por esos pocos como si fueran una multitud. Cuando el mundo se divide entre quienes prefieren morir antes que sus seres queridos o despuès de ellos, yo me quedo en la vereda de los que prefieren llorar. Me pasa porque me imagino que puedo llegar a soportar ese sufrimiento mucho màs que ellos y porque si bien cuando me muera voy a estar en un lugar incierto probablemente sin conciencia de lo que sigue pasando acà, no quiero saberlos tristes. Hoy estuve pensando esto a las 8 de la mañana, mientras que bañaba y cambiaba repentinamente de estados de ànimo. No sabia que mi mente tenìa tanta facilidad para ordenar diferentes estados en tan poco tiempo. Pero lo hizo a un ritmo increiblemente acelerado y me cobrò esos cambios en còmodas cuotas que todavìa estoy pagando. Ahora que pasò la mañana y pasò tambièn la tarde y llega el momento de estar y hablar sola, me doy cuenta que pensè en Lucìa, la que escribìa mails que dormìan en su pc a su amor de Costa Rica y con la que delirabamos en diferentes sintonìas. Muchas cosas nos distaciaron, pero ahora serìan màs las que nos unirìan.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

...Hay veces que extendemos los brazos y llegamos a rozar las texturas más interesantes nunca recorridas... hay veces que ocultamos la mirada para poder imaginar algo que tan sólo podría vivir siendo imaginado... hay veces que encerramos sentimientos para poder salir a flote... hay veces y otras tantas que con sólo mirar profunda y lejanamente dos miradas se entrecruzan sin necesidad de estar físicamente presentes... hay veces, sólo son veces...
D=H

Fack-®ff dijo...

Me gusta mucho como escribís Dan. Beso grande.