Todo listo para que esos “… suspendidos” den el comienzo de algo y no dejen a nadie con un final abierto como acostumbran esos tres enanos de la ortografía. “Tranquilo Enano”, preparó toda una atmósfera natural para presentar su nuevo disco en una Vieja estación dichosa de trasmitir un aroma de viernes (12) bien definido.
Con un marco de mesas completas, la banda con intenciones de mensaje pop y guitarras odiosas entre sí pero punzantes frente al público, se vistió de mameluco o enteritos blancos bien completos para presentar su reciente disco de estudio, por el cual estuvieron trabajando durante un duro año.
Pantalla de costado mostrando al logo de la banda (un enano al borde de la anarquía o listo para podar lo que sea), mucho sonido y juegos de luces por todos lados. La apuesta fue grande para lucir el sonido de los enanos que se va afianzando con el correr de las presentaciones y el lugar fue el exacto para llenar el techo del lugar con la postal de un dios barbudo que deambula por circunvalación.
El enano mayor (por la altura digo) Polli Flores (guitarra y voz), toma iniciativa en cada tema y busca de a pasos cortitos y robóticos a sus fieles cómplices que aportan dinámica y ritmo a la presentación. El enano Russo (bajista) charla, todo el tiempo, con su hijo enano y al parecer todo forma parte de una comunidad de baja estatura. Pero no es solo eso, sino que al fraseo tan conocido de Robert Smith (“boys don`t cry”) se le suma el punteo de una de sus guitarra y la frase no se dice, pero se siente y se canta entre dientes. Recurso más que comprador para la banda y más, al ver un enano (éste si de corta edad y estatura) subirse al escenario y ofrecer su canto como cierre de la velada.
Las peladas de Enano y Polli recién rasuradas sonríen al ver que esos tres puntos adelante se suspenden y logran captar el sonido de un cuarteto que inaugura una nueva etapa en la historia de la banda. El enano lisérgico de la pantalla prende su motosierra y sale a la calle corriendo con los discos bajo el brazo, habrá que encontrarlo y tranquilizarlo.
por Facundo Arroyo
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