las ideas son como las pulgas, pican de noche y nadie las ve...

A la noche, de un lado está el corcho para los calambres y del otro debe estar el anotador. Porque siempre las mejores ideas vienen a última hora. No hacen tiempo durante el día porque estás ocupado en otras cosas, que comés, que te bañás y cantás, que caminás y mirás a la gente, que cursás, que trabajás, que bla bla bla... Pero cuando creés que termina el día, lo mejor está por comenzar. Las ideas te persiguieron desde que te despertás. Las hiciste ir al baño y ni siquiera ahí pudieron expresarse. Y a la noche dan el batacazo: salen disparadas, todas juntas, se amontonan y se pelean por atrapar tu atención. Me parece verlas, todas despeinadas, cansadas, impresentables realmente. Toda la tarde haciendo guardia en el pasillo de la facultad, con la cantidad de carteles que hay; tres baldosas atrás tuyo recorriendo las diagonales, que el semáforo, que la senda peatonal, el empedrado, el colectivo, no hay asiento y no llegan a agarrarse del pasamanos! Y ni te cuento en el supermercado, la cola, los repositores con sus carros, los nenes que toman Danonino bebible, los changuitos, esquivando en los pasillos a las ideas de los demás, tratando de no perder tu rastro... una cosa de locos! Y esperan que salgas de trabajar, sentaditas en el escalón, te acompañan a tu casa, miran como cenás y por fin dejás de leer y remarcar con resaltador, de mandar mensajes, de cantar, de escribir. Se ilusionan con hablarte y muchas veces te dormís, y al otro día emprenden de nuevo la marcha, pero esas veces ya no soportan el colectivo, te pierden la huella en la calle, varias cuadras atrás. Pero cuando les das el momento, percibís que por fin se conectan y les agradecés, realmente las tratás bien y reconocés su esfuerzo, es necesario que las escribas porque ya vemos que al otro día, al despertar suena el celular, desayunás y arrancás....