sábado, 27 de febrero de 2010
el viajar es un placer
Andar en micro me hace pensar muchas cosas, como a la mayoría, supongo. Es difícil viajar todos los días con una empresa como el Rápido Argentino que, para decirlo en pocas palabras, se caga en la gente.
Hace poco repasé mi experiencia en esos bondis sin luces de freno que se llueven e inundan, donde venden boletos truchos para poder seguir subiendo gente sin hacer caso a los límites y me di cuenta que ya escribí millones cartas mentales en los apenas 60 kilómetros que nos separan de La Plata; me enojé con los choferes que viajan por la mano rápida cuando no superan los 90 en su velocímetro; hice levantar a una embarazada de mi asiento sin saber que lo estaba; conversé con viejas con permanente; le di mi asiento a otras embarazadas, a nenes, a viejos, a señoras de la edad de mi mamá para arriba; viajé sentada en el piso; se me bajó la presión; le tiré un pañuelo con mocos en el hombro a un chico y después pedí sus disculpas; me dormí en la escalera que lleva al baño; perdí un emepetrés y tuve la ilusión de que alguien lo devolviera; grabé una discusión a bordo en la que no recuerdo por qué se discutía; puteé a Gómez y a toda su gente, como los de Belgrano putean a mi pueblo, puteé también a la gente que me habla cuando quiero dormir, a los nenes que lloran con la "A" y luego lloran con la "E" y a las mujeres idiotas que le preguntan a sus bebés de un año cosas como "qué te pasa" o "por qué llorás" como si pudieran responder "porque sos una pésima madre, me estoy cagando de calor con este buzo y quiero llegar a casa para tirarme en la cuna a tomar una mamdera y mirar a Fantino".
He dicho.
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1 comentario:
en las 48 horas de mi reinado, no quiero pisar un solo bondi!
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