Es tan natural y extraño como si un zorro llega y pide "por favor, domestícame". Ahí comienza la odisea, el repetir momentos para afianzar vínculos. Aunque "los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan amigos, los hombres no tienen ya amigos".
Hasta que cada día, sentándose más cerca que el anterior, el zorro es domésticado y ya no es como cualquiera de los miles de zorros que existen en el mundo; en ese momento, se convierte en un ser único.
Durante años aferrados a personas únicas nos daremos cuenta que "lo esencial es invisible a los ojos", que podemos ver la puesta del sol tantas veces como tengámos ganas de hacerlo; que es necesario, por la mañana, cuando uno termina de arreglarse, "hacer cuidadosamente la limpieza del planeta".
"Si algún día por casualidad un niño llega hasta ustedes, si este niño ríe y tiene cabellos de oro y nunca responde a sus preguntas, adivinarán en seguida quién es. ¡Sean amables con él! Y comuníquenme rápidamente que ha regresado. ¡No me dejen tan triste!"
Antoine Saint Exupéry
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